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Acabo de volver de un viaje a Malta, y sigo maravillada por todo lo que este archipiélago tiene que ofrecer. Con su historia, sus playas, su cultura y su gastronomía, Malta es un destino completo que cumplió todas mis expectativas. Nada más llegar a La Valeta, me impresionó el ambiente único de la ciudad. Su arquitectura barroca, sus calles adoquinadas y sus impresionantes vistas sobre el Mediterráneo hacen de la capital un auténtico museo al aire libre. No hay que perderse los jardines de las Tres Ciudades y Upper Barrakka para disfrutar de una vista espectacular del Gran Puerto. También me encantó la excursión a Mdina, la antigua capital apodada "la ciudad del silencio": un lugar mágico, cargado de historia, perfecto para un tranquilo paseo. En cuanto al mar, las playas y calas de Comino (especialmente la Laguna Azul) y Gozo son impresionantes. Aguas turquesas, baño, buceo... ¡un auténtico paraíso! Gozo, en particular, merece una visita por su ambiente más rural y auténtico. La cocina maltesa fue una agradable sorpresa: entre los pastizzi, los platos de conejo, el marisco fresco y los vinos locales, mis papilas gustativas quedaron encantadas. Por último, los malteses me parecieron muy acogedores y cálidos, siempre dispuestos a ayudar o a compartir alguna anécdota sobre su isla.